jueves, 14 de mayo de 2009

SOBRE PREJUICIOS Y PERJUICIOS...

Tras unos meses duros de trabajo, con el cansancio a cuestas y el cuerpo dando de sí más de lo que puede dar... me encuentro hoy con la siguiente carta al director en un periódico de Salamanca.

Cuentacuentos poco pedagógico en la Plaza Mayor
El pasado martes, sobre las 10:15 horas, me detuve a mi paso por la Plaza Mayor en una de las actividades de la feria del libro, un cuentacuentos para alumnos de dos colegios de Salamanca. Pregunté sus edades y la mayoría tenía 3 años. Frente a ellos, una antipedagógica narradora que se pasó buena parte de su intervención llamando la atención a los niños, lanzando puyazos contra los padres y profesores que demandaban atención y buen comportamiento a los menores porque la distraían y amenazando incluso con cortar la actividad por lo sano. Mi conclusión es que tal vez debería de revisar su repertorio, ininteligible hasta para los mayores allí presentes, antes que justificarse con los inocentes niños de su falta de preparación y de su nula delicadeza y mano izquierda para enfrentarse a ese maravilloso auditorio.
Firmado: A. Herrero

Ante tales críticas y siguiendo mis principios, no me queda otra cosa que responder a dicha carta con otra que os reescribo abajo:

Para A. Herrero.

 Cuál es mi sorpresa el jueves día 14 por la mañana, tras finalizar mi trabajo en la Feria del Libro como cuentacuentos, cuando se dirigen hacia mí para comunicarme que se publica una carta al director en este mismo diario en la que reza:

“Cuentacuentos poco pedagógico en la Plaza Mayor”

Me gustaría saber, A. Herrero, quién se cree usted para juzgar el trabajo de los demás cuando, según leo en el periódico, paseaba usted plácidamente a las 10.15 de la mañana de un lunes cualquiera por la Plaza Mayor mientras yo realizaba mi trabajo sin saber ni tener en cuenta que era observada por unos ojos que sólo ven desde fuera, sin conocer las condiciones en las que los demás se encuentran.

Y me pregunto yo, A. Herrero, ¿podría Vd. citar alguno de los títulos o autores de los cuentos “antipedagógicos” que yo estaba narrando? ¿Podría explicar a los lectores si acaso usted vio los cuarenta y cinco minutos completos de mi trabajo como para creerse yo que sé quién para no sólo juzgar mi trabajo y cómo lo realizo sino para tener la desfachatez de escribir una carta a un periódico atreviéndose a aconsejarme cambiar mi repertorio en lugar de, al finalizar mis sesiones de cuentos, acercarse a comentarme lo que le ha parecido?

¿Acaso conoce usted el significado de la palaba Pedagogía?

Leo la carta y me siento realmente disgustada, no porque a usted le guste más o menos mi trabajo y se atreva a criticarlo, sino que lo que realmente me indigna es que no tenga el valor de presentarse ante mí y dar la cara, diciendo lo que usted opina para que yo tenga la oportunidad de explicarle el por qué de la situación que usted parece haber presenciado y de poder defenderme de tales acusaciones.

Me gustaría, A. Herrero, saber si conoce a Gianni Rodari o Gloria Fuertes (¿le parecen estos escritores poco pedagógicos?), si ha leído alguna vez literatura infantil y, si es así, también estaría encantada de conocer cuántos cuentos lee usted a la semana. Porque le aseguro, A. Herrero, que ésta es mi profesión desde hace ya unos años y me indigna que alguien como usted se crea con criterio suficiente como para hablar de una manera tan vulgar sobre mi trabajo sin siquiera conocerlo.

Me gustaría también saber cuántos espectáculos ve usted a la semana, cuántos niños cuida usted, cuantos cuentos lee a sus hijos o nietos, cuántas veces se ha colocado delante de ese “maravilloso auditorio” como para creerse con la suficiente experiencia como para criticar lo que hacen los demás.

Es por esto que le invito a que se acerque a conocerme y así tenga la oportunidad de decirle yo a usted lo que pienso de la gente que juzga sin saber. Es así por lo que le recomiendo un cuento “pedagógico” que le va a venir al pelo: Siete ratones ciegos. Hay otra historia que habla sobre la cosa que más duele del mundo: la mentira. Y sí, A. Herrero, la mentira duele y más si ésta sale de la boca de alguien que tiene la poca vergüenza de pre-juzgar y valorar de forma errónea el trabajo de los demás. Modestia es lo que le falta a usted para creerse qué se yo quien y atreverse a aconsejarme que cambie mi repertorio.

Me gustaría también, A. Herrero, saber a qué se dedica usted. ¿Es crítico literario o, tal vez, crítico teatral? ¿O quizás dedica sus mañanas a pasearse para luego creerse con la autoridad moral suficiente como para opinar sobre lo que ocurre sin conocer las circunstancias?

De hecho, me permito el lujo de citar la moraleja del cuento que le he mencionado  antes para que el resto de lectores puedan también juzgarle a usted:

Quien conoce las cosas por partes, sólo dice tonterías… Quien puede ver “el todo” hablará con sabiduría”… (que mucho me temo, es lo que le falta a usted: sabiduría y educación).

Le espero el viernes día 15 al finalizar mi trabajo (11.45 horas), si usted quiere, y estaré encantada de que conozca, primero, y luego valore y juzgue mi trabajo. (Igualmente, supongo que no asistirá a esta cita ya que deduzco que le resulta más sencillo criticar en lugar de dar la cara, un gesto, por cierto, de personas poco valientes). Porque para gustos los colores, y los cuentos que yo narro le pueden gustar más o menos, le pueden parecer mejores o peores, pero tiene que ser todo un experto/a en Pedagogía Infantil como para atreverse a criticarme de tal forma…

Le espero impaciente, A. Herrero, para que podamos conocernos personalmente.

 Pilar Borrego (cuentacuentos ”antipedadógica ”, según A. Herrero )

 

 

 

 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A palabras necias oídos sordos. Hermana, quédate con el éxito de cada sesión, con los aplausos, las sonrisas de los niños, las palabras que cruzas con los padres cuando se acercan para felicitarte, con las cabecitas que fisgonean en los maletines para descubrir la magia de los cuentos que acaban de escuchar...

Señor Herrero, menos pasear y más leer, que se pueden mandar cartas mucho más profundas, pedagógicamente hablando, a un periódico local.

Une parisienne folle

Anónimo dijo...

Si yo fuese A. Herrero acudiría a esa cita... para disculparme y escuchar, y de paso disfrutar de la compañia de una de las actrices con más frescura y talento natural de este país. (Aunque aparentaría estar muy enfadado y todo eso ;-)
Suerte Pilar, esto es lo tuyo.

Anónimo dijo...

A.Herrero creo que esta hablando de cosas que no sabe. yo estube alli presente durante cinco dias y los cuentos que conto pilar para nada son antipedagogicos. si usted hubiera estado presente durante varios dias, comprenderia que no es nada facil lidiar con niños que no escuchan, se escupen....etc. usted como actuaria?pilar sigue adelante porque vales para ello, y que la gente diga lo que quiera. un besazo

Un hombre Tranquilo dijo...

Acabo de leerlo y he flipao. Con ese perfil seguro que era un jubiladillo ocioso paseando perdido.

Pilar, con personajes así, y conociendo tu curro, tranquila.

Hay gente que es mejor que te critique a que te alabe, sino es que les gustas, y quizás fuese eso lo que debería preocuparte.

Por cierto, la carta tuya una caña.

Besos

Anónimo dijo...

¿Por qué no nos preguntamos si la falta de educación de algunos niños se debe a padres, tutores y educadores como el señor Herrero?

Conozco el trabajo de Pilar como el de otras muchas personas que hacen un esfuerzo descomunal por tratar de acercar la literatura a los mas pequeños, y que se conforman con simples sonrisas y afectuosos aplausos.

Alguien que habla, o mas bien escribe, como el señor Herrero seguro que no le ha contado un cuento en su vida a un niño.

Felicidades por tu trabajo Pilar, considero que lo haces muy bien.