En estos días veraniegos ando yo de pueblo en pueblo disfrutando. En la Biblioteca de Villaseca de la Sagra (Toledo), nos recibió Olga con los brazos abiertos. Ella y unos veinte niños más que escucharon mis historias agradecidos. Y con una sonrisa en los labios parto con mi madre, compañera en este viaje, hacia El Bonillo (Albacete), donde hacemos noche porque a la mañana siguiente me reciben entre alegría y llanto en la Escuela Infantil. ¡Cómo escuchan estos pequeños! Qué buen Día del Libro celebré con Paco, el bibliotecario.
Cargo mi maletas de besos y gozo, más contenta que cansada, rumbo a las Lagunas de Ruidera, un parque natural a pocos kilómetros, que está más contento que yo con toda el agua que ha caído en este tiempo.
Y finaliza así mi viaje por la Mancha, para descansar un día y marchar rumbo a Ciudad Rodrigo, a retomar los ensayos del anterior proyecto "Las brechas de la ciudad sitiada" (que ahora no se va a llamar así). Hablaremos sobre ello en unas semanas...
Y hoy, martes, me despierto ya en mi cama, con el sol de un verano anticipado, que me saca una sonrisa porque llegué de nuevo a casa (algunos se quedaron en el camino hace ya cinco años...)
¡Qué bueno es viajar, trabajar y regresar a casa!
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